sábado, 18 de febrero de 2012

Capítulo 16.

                                        #Narra Marcos#
Pufff... es preciosa.
-¡Tío! -dijo Harry, un amigo del instituto, dándome un puñetazo en el hombro- Despierta. Te has quedado embobado mirándole el culo a esa. ¡Está buena!
-Ni la mires. -Respondí cortante- Y no le estaba mirando el culo, gilipollas.
-Bueno, bueno, lo que tú digas, no me vayas a pegar por esa.
Me levanté y fui tras ella, cuando la noté lo suficientemente cerca olí su colonia, volví a echarle un vistazo a su perfecto cuerpo y la agarré. Sentí su cuerpo junto al mío, como Ash se extrañaba pero no sentía miedo, como se reía al comprobar que era yo, como me miraba y sonreía al mismo tiempo. Echaba de menos esta sensación, estar juntos sin más barreras que nuestra ropa, abrazarla y acariciar su suave piel, hacerla mía por momentos... La quería, desde el primer momento en que la conocí, y nadie podría llegar a quererla como yo.
Recuerdo que llevaba esa misma falda el día que me enamoré de ella. Era una noche de Agosto, de éstas en las que resfresca y no apetece quedarse en casa, una semana antes de la feria. Tom y Brenda no llevaban ni una semana saliendo, pero parecía que llevaran años; entre ellos se movía un aire especial, mucho amor y ganas de amar, pasión en cada beso, ternura en todos los abrazos y mucha confianza, como si llevaran toda la vida juntos. Y ahí estábamos nosotros. ''Cuatro pelagatos'' medio borrachos en medio de un parque solitario, entre botellas, vómitos y paquetes de tabaco vacíos, buscando la felicidad en el fondo de botellas de cerveza, todos, todos menos ella. Una chica preciosa, muy arreglada, sentada en el césped sola, llorando. Mientras, sus amigas iban borrachas y riéndose con las cervezas vacías en las manos, diciendo gilipolleces y pasando de ella. Aquella chica estaba ahí, sin un mililitro de alcohol en sangre y algo extraño me atraía a ella.
-Mmmm... -me senté a su lado- eres Ashley, ¿no? -había oído hablar alguna que otra vez de ella y creo que la había visto en el instituto.
-Sí, -dijo secándose las lágrimas con las manos- ¿te puedes ir, por favor?
-¿Tienes frío? Llevas la piel de gallina.
-No, estoy bien, déjame tranquila.
-Estás helada. -le acaricié el brazo.
-¡No me toques subnormal!
Era frágil y al mismo tiempo dura, independiente, o eso quería parecer, pero sus lágrimas rompían su caparazón construido con soledad, insultos y el miedo a volverse a equivocar. Me quité la chaqueta, se la puse sobre los hombros y la abracé. No la conocía de nada, pero sentía que esa chica llegaría a ser alguien demasiado especial para mí.
-¿Así mejor?
-No. -dijo fríamente.
-Entonces, -hice ademán de levantarme- mejor me voy.
-No te vayas. -me abrazó y me volvió a sentar a su lado.
Nos pasamos dos o incluso tres horas allí abrazados, sin movernos, sin hablar, mirándonos a los ojos y acariciándonos suavemente. Desde entonces, empecé a sentir por aquella desconocida lo que no había sentido nunca antes.
Salí de mis pensamientos y volví a la realidad. Le besé en el cuello y la abracé más fuerte.

                                        #Narra Ashley#
-Marcos, -no sé por qué, pero no estaba enfadada con él- suéltame anda, que me tengo que ir.- Me di la vuelta y me quedé mirándolo mientras él me abrazaba.
-Dios, que guapa vas hoy, no hacía falta que te arreglaras tanto para mí. -Bromeó.
-¿Para ti? Pues no sueñas tú ni nada cariño. Me voy de fiesta a pillar una buena borrachera; hay que ir vestida para la ocasión.
-Ah, bueno, si es para eso te dejo marchar. ¡Luego no pienso hacerme cargo de ti! -Gritó desde lo lejos.
-No te preocupes, no quiero que lo hagas. -Le respondí y le guiñé un ojo- Vamos Sus, que he encontrado a la clase. -La cogí del brazo y salí corriendo buscando a las demás.
En menos de 10 minutos la plaza se desalojó y nosotros ya habíamos decidido lo que hacer; todos a las balsas de botellón y luego a la discoteca.
Llegamos a las balsas donde estaba todo el pueblo, o incluso más. Era una gran explanada de tierra, debajo de la ermita, donde el único sitio donde te podías sentar o dejar el chorro eran las grandes piedras y los restos de los muros de lo que hace muchísimos años fueron balsas. Después de saludar a todo el mundo sacamos las botellas y empezamos a beber. Era alucinante ver como todo el pueblo se emborrachaba a la vez, cada 15 pasos encontrabas a alguien vomitando o mareado, y la verdad, daba un poco de pena.
Una tras otra las botellas iban desapareciendo y cada vez me encontraba peor, y cuando ya no quedaba nada iba a beber del vaso de algún conocido.
-¡Lucaaaaaaaaaas! -grité desde la piedra en la que estaba sentada- ¡Ven, ven, pero trae el vaso!
-¡Vooooy! -dijo mientras venía hacia a mí con un paso torpe- ¿Qué quieres? -se agachó y puso de cuclillas enfrente mío.
-Dame. -Extendí los brazos y abrí y cerré las manos unas cinco veces seguidas en señal de que me diera de su vaso.
-Toma, todo pa' ti. -Me dio el vaso, se sentó a mi lado y me abrazó.- Tengo un mareo y un calor que flipas. -Empezó a reírse como un loco.
-¡Jejeje! Que tonto eres, suéltame anda, que se va a poner tu amor celosa.
-Me da igual, aún no estamos saliendo, y yo te quiero muuuuuuucho Ash y me gusta abrazarte, por eso te abrazo.
-Ah, bueno, pues entonces tú abrázame que a mi me da igual. -Dejé el vaso en el suelo y le devolví el abrazo.
-Ai, ai, ai, mi Ashley como la quiero. -Me cogió de la barbilla, me giró la cara suavemente y empezó a acercarse a mis labios, cerré los ojos y esperé a que llegase el momento.
De repente, llegó Marcos corriendo y gritando.
-¿¡Qué coño vas a hacer hijo de puta!? -Agarró a Lucas de la camiseta y lo levantó en peso.
En ese instante Marcos le dio un puñetazo en la cara a Lucas, y él que iba borracho le pegaba como podía. Marcos mandaba puñetazos en todas las direcciones y yo no podía hacer nada, me había quedado paralizada mientras Lucas recibía la paliza de su vida.
-¡Marcos, suéltalo! -Me levanté, me acerqué a él y le miré a los ojos rogando que parara.
-No te acerques más a Ashley. Nunca.-le dijo con tono firme y que a mí, me daba bastante miedo- No te quiero ver más. ¿Me entiendes? -Lo soltó.
Marcos se apartó un poco y Lucas se tambaleó un poco recobrando el equilibrio.
-Yo voy a hacer lo que me de la gana, -Lucas me agarró y me pegó a él- y si la quiero besar, la voy a besar. -Y me besó.
                                        #Narra Marcos#
No. No podía estar pasando esto. No podía estar besando a otro. Apreté los puños y me fui, estaba ardiendo de rabia. Salí corriendo de allí esperando que Ash me siguiera, que me cogiera del brazo suplicando que me quedara con ella y que me besara y me abrazara como nunca lo había hecho, necesitaba que me quisiera como yo a ella... pero estaba claro que eso no iba a pasar.

Continuará...

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