martes, 13 de diciembre de 2011

Capítulo 2.

Ya era hora de irnos. Lo recogimos todo, lo tiramos y echamos a andar. Nosotras íbamos por delante, haciendo tonterías y ellos por detrás riéndose de nosotras.
-Bueno, Susana y yo nos bajamos por aquí, que tengo que hablar con ella.- Tom la cogió de la mano y le estiró, no le gustaba vernos así.
-¡Venga, hasta mañana! Tom, no le hagas nada raro, que si no te pegamos. - Gritamos todos a la vez y nos pusimos a reír.
Pablo acompañó a Brenda a su puerta, y Marcos y yo nos quedamos solos.
-¡Me duelen los pies!- dije como una cría pequeña.
-¿Y la cabeza no? Que raro...- Marcos me miró y me guiñó un ojo.
-Que va, si yo aguanto mucho.- Cogí carrerilla y me subí a su espalda, nos faltó un pelo para caernos.
Me llevó hasta mi casa a coscoletas. Me tranquilizé un poco gracias al sonido de su corazón, si pensareis que es un poco cursi, pero es verdad. No hablamos nada durante todo el camino, sólo sentía como mis piernas se balanceaban de un lado a otro al ritmo de su corazón.
Llegamos a mi portal- Venga baja, que estoy cansado, que parece que no pesas... pero sí. ¿Te vas a conectar?
-¡Claro!
Se quedó mirándome, se acercó a mi. No teníamos ni 5 centímetros de separación y puse los brazos sobre sus hombros. Lo miré a los ojos, esta vez lo veía más guapo que nunca. Me temblaban las piernas, no me salía la voz, podía oír perfectamente su respiración, puso sus manos en mi cintura y las ganas de besarle eran cada vez mayores. Cerró los ojos, cerré los ojos, y... me dí la vuelta y abrí la puerta.
¡Soy gilipollas! Es lo que pensé cuando abrí la puerta. No podía hacerlo, no podía besarlo sabiendo que Susana le quería, y no lo hice.
-¡Espera Ashley! Estás un poco mareada, vamos a comprarte chicles de menta.- Lo sabía, él esta noche quería royo, y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario.
-Venga, vamos, pero rápido.
Empezamos a andar. Estaba super incómoda, no me creía que hubiera sido capaz de dejar así a la persona de la que estaba enamorada.
Salimos del chino, con una bolsa de chicles de menta en dirección a mi casa.
-¿Por qué?- Se paró y me miró, estaba cabreado.
-¿Por qué que?- Me hice la tonta, no tenía ganas de hablar, y menos después de esto.
-Por qué me has dejado así, parecía un idiota allí parado...
-No sé...
-Por algo lo habrás hecho, ¿no?
-¿Te hubieras enrollado conmigo, de verdad?
-Sí, pensaba que me ibas a besar...
-¿No te acuerdas de lo que te he dicho antes?
-¿Lo de Susana?
-Sí...- Me odiaba, había estado apunto de traicionar a una amiga, pero acababa de perder la oportunidad de besarle, no tenía ni puta idea de qué hacer.- Entiendeme, ella... Ella vale más que cualquier tío, y si te quiere, yo no puedo hacer nada. Tiempo al tiempo, que el amor no dura para siempre...
Me miró, se quedó callado, sabía que tenía razón. Estábamos en mi puerta.
-Bueno, adiós Marcos.-Me quedé mirándolo, no podríais ni imaginar las ganas que le tenía...
Me acerqué y le abracé. Me sentía... mágica. Estando junto a él me sentía feliz, parecía que nada podía estropear el momento, hasta que habló.
-¿Pero te vas o qué?
-Sí, sí.- Flipé. Nunca, pero nunca me había hablado así. Se había puesto borde, y cuando se ponía así no le soportaba.- Bueno, pues adiós, ya si eso nos vemos mañana.
Mientras subía en el ascensor empecé a llorar, no me podía contener más. Le quería, y había perdido la oportunidad por una amiga de la que ahora mismo, dudaba que hubiera hecho lo mismo.
Llegué a casa y me acosté sin decirle nada a nadie, esperando no volver a despertar.

Continuará...*

No hay comentarios:

Publicar un comentario